Sobre el origen de este Blog

Este blog tiene un hermano gemelo, Mitos Latinoamérica, que tiene una gran acogida (2'050.000 visitas). Hay semejanzas entre los dos blogs, pues ambos narran productos psíquicos. Pero la diferencia es que en aquel, yo lo alimento periódicamente con mitos de América Latina, mientras que en este blog, son los lectores mismos los que lo alimentan, al contar sus mitos personales, que son los sueños.

Así que este blog vivirá de la caridad pública, de las “donaciones” ANÓNIMAS de sueños que hagan los visitantes. Aunque son aportes de gran riqueza, no representan un valor económico sino simbólico. Este blog busca constituirse en el cajero automático de un gran Banco de Sueños, en el que cualquier lector pueda consignar sus sueños para compartirlos con los demás. Cada noche nuestra mente produce cantidades de sueños que en su enorme mayoría se olvidan y se pierden para siempre. Así que deseamos crear este espacio en el que la gente pueda compartir este hermoso material.

Acá no intentaré interpretarlos porque para hacerlo se requieren las asociaciones de los soñantes, algo imposible en un espacio como este. Pero como soñante y como terapeuta que analiza sueños en mi consulta particular, tengo la convicción de que debemos evitar que los sueños individuales se sigan extraviando noche tras noche para siempre.

Mi aporte será: 1) publicar en la columna derecha una selección de artículos que hablen sobre los sueños. 2) Clasificar los sueños en categorías, según los temas que traten. 3) Corregir la ortografía; sé que los sueños no tienen ortografía y que lo que hago es una intromisión, pero tengo una tara profesional de docente que me hace imposible publicar algo con errores ortográficos.

Así que demos comienzo a las donaciones de sueños. Pueden donarlos enviando sus sueños al correo adejungcol@gmail.com, y yo los transcribiré como Entrada al Blog.

Un saludo cordial,

Juan Carlos Alonso

Editor del Blog


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sábado, 25 de enero de 2014

Mi amiga y el hindú

Sexo: Femenino

País: Colombia

Sueño:

Estoy en el centro, con una amiga mía; es una mujer madura, que anda con un hindú, que fue estudiante mío en un programa de postgrado. Es bien moreno, bien parecido. Ella tiene un hijito como de 7 años, cuyo padre es un estudiante de universidad, pobremente vestido, que viene a traerle el niño. Paramos un taxi y el padre le entrega el niño al nuevo compañero de la mamá, se saludan en muy buenos términos.  Es de noche, oscuro. En el centro de la ciudad, para un taxi muy destartalado, y yo dudo en subirme. El chofer arranca, se detiene y dice rudamente: se deciden o no. Es un tipo alto, moreno calentano, de pelo crespo. El carro es un Roll Royce. Subimos y aunque si es un carro muy viejo, es de propiedad del chofer quien a su manera, lo tiene bien cuidado.  Seguimos y la pareja y el niño se bajan; yo me quedo sola, y me da miedo el sector que es de prostitución, pero me doy cuenta que lo han remodelado bellísimo, con un muro entero que cubre la o las manzanas, pintado de blanco mediterráneo y azul ballena. Me explica que han remodelado el sector yo me acuerdo y le digo que sí, que mi esposo ya me había comentado pero que se me había olvidado. Me tranquilizo al sentir que no hay riesgo de atraco. Llego a la casa de mi mamá. La mujer me ha pedido que la hospede con el hindú, con quien es evidente que tienen un affaire.  La empleada de mi mamá les ha arreglado el cuarto; la casa es vieja, destartalada, como de tierra caliente.  Llegan y el “estudiante” es también profesor de una reconocida universidad de EEUU. Trabajó con un primo mío que fue muy brillante profesional. Al otro día están desayunando, y piden más café. Yo atravieso la calle, la cocina está a un lado y pasando la calle, está el comedor hacia el sur.  No encuentro el café ni la melita, mi mamá está desayunando, y yo voy a usar sin darme cuenta el agua aromática. La empleada me advierte que es de mi mamá; yo me siento torpe, moviéndome en espacios que no son míos, y me pregunto por qué me llevé a esa mujer a la casa de mi mamá cuando yo tengo mi casa, donde está mi esposo. Me inquieta saber que el marido de mi amiga se entere de su affaire pues ella parece muy fresca (en un buen sentido). Tampoco sé cuántos días se van a quedar. Les pregunto qué tal noche pasaron, ella dice que muy bien, y él que tuvo problemas con la ducha eléctrica y no le salía bien el agua caliente. Yo estoy buscando el momento de decirle a mi mamá que este señor había trabajado con mi primo para que lo acepte mejor.  Cuando cruzo la calle del comedor hacia la cocina pienso que no he ido a trabajar, que se me está acabando el tiempo, que no tengo energías. Pienso en mi amiga que aunque está retirada tiene muchas actividades, pero a mí no me interesa estar activa. Yo estoy yendo tiempo completo a mi antigua oficina, sin necesidad y sin remuneración, pero me preocupa que me echen por no ir. Siento una gran nostalgia de mi protagonismo pasado, pero sé que eso no se repetirá, y me siento muy vieja. De repente caigo en cuenta que yo estoy es trabajando dos mañanas en otra oficina, que ya fui el martes y que el viernes iré, y que no tengo ningún problema laboral. Esto me tranquiliza. 

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