País: Argentina
Sexo : Femenino
Sueño:
Caminaba por la calle de una ciudad, en una noche oscura. Era un día festivo. De esos días, en los que uno anticipa la alegría dándola por sentado; como si fuera imposible sentir otra cosa que no sea felicidad. Recuerdo caminar por la calle con un grupo de personas -que igual que yo- usaban la calle de vereda, e iban por la misma, despreocupados por el tránsito. A decir verdad no había autos a la vista y muchos otros grupos se comportaban igual que nosotros.
Además de los que íbamos a alguna parte, estaban los que nos veían pasar desde el porche de sus casas. Éramos una especie de espectáculo sin libreto para la gente que se contenta con ver y nada más. Parecía lo que las películas muestran del Halloween estadounidense, pero no tan así. Los trajes eran vestimentas de fiesta. Llevaba mis mejores prendas, y los demás también. Aun así eran prendas humildes. Sin dudas todos éramos de clase trabajadora. De hecho, caminábamos hacia un baile popular, pero en las calles se palpaba la alegría y euforia de las fiestas de fin de año.
Yo estaba feliz, danzaba en el camino. Alguien se puso frente a mí, y con una mano tomo mi cintura, mientras yo apoyaba la mía sobre su hombro; extendimos el brazo restante, y caminamos bailando unos pasos de tango sin técnica, interrumpidos y entremezclados, con giros de folclor. Me sentí seducida a un nivel muy íntimo. Tuve deseos que no podía expresar. Era claro que sentía una prohibición. En el sueño pensé que no importaba cuánto encanto demuestre, nadie iba a sospechar mi deseo, porque era inconcebible pensar en él en esos términos. Tal es así, que ahora despierta no puedo recordar quien era.
Después desperté en un lugar que era mi casa. No mi casa real, sino una que no conozco. Me sentía mal, como si tuviera resaca. Sentía que había cosas que no podía recordar. Era consciente de que existían algunos olvidos, pero no lograba percibir el contenido de los mismos. Por mucho que me esforzaba en recordar, no lograba averiguar qué había pasado esa noche. Me invadía cierta intranquilidad y una avasallante angustia. Había arrepentimiento. Vergüenza. Y Quizás algo de enojo; pero lo peor fue la tristeza que me genero levantar la cabeza de mi almohada y ver que del baño solo quedaban unos ladrillos a punto de derrumbarse. Los muros del baño se estaban viniendo a bajo. Unos ladrillos estaban y otros no....Y de repente: el derrumbe frente a mi ojos y más desesperación y vergüenza. Alguien de mucha confianza estaba conmigo en el momento en que me acerque a esa especie de ruina en el interior de mi casa. Las evacuaciones fisiológicas previas, emergían entre los muros ensuciando parte de los mismos con distintos marrones. Parecían focos de suciedad, alternados con otros focos: partes destruidas, partes sanas. Polvo. Tierra. Telarañas. Y entonces sentí nostalgia, había sucedido algo irremediable e imposible de ocultar, pero preponderó la vergüenza. Me sentí expuesta, como si todas las personas de la noche anterior, hubieran visto esto y yo no. Hasta hoy.