Sobre el origen de este Blog

Este blog tiene un hermano gemelo, Mitos Latinoamérica, que tiene una gran acogida (2'050.000 visitas). Hay semejanzas entre los dos blogs, pues ambos narran productos psíquicos. Pero la diferencia es que en aquel, yo lo alimento periódicamente con mitos de América Latina, mientras que en este blog, son los lectores mismos los que lo alimentan, al contar sus mitos personales, que son los sueños.

Así que este blog vivirá de la caridad pública, de las “donaciones” ANÓNIMAS de sueños que hagan los visitantes. Aunque son aportes de gran riqueza, no representan un valor económico sino simbólico. Este blog busca constituirse en el cajero automático de un gran Banco de Sueños, en el que cualquier lector pueda consignar sus sueños para compartirlos con los demás. Cada noche nuestra mente produce cantidades de sueños que en su enorme mayoría se olvidan y se pierden para siempre. Así que deseamos crear este espacio en el que la gente pueda compartir este hermoso material.

Acá no intentaré interpretarlos porque para hacerlo se requieren las asociaciones de los soñantes, algo imposible en un espacio como este. Pero como soñante y como terapeuta que analiza sueños en mi consulta particular, tengo la convicción de que debemos evitar que los sueños individuales se sigan extraviando noche tras noche para siempre.

Mi aporte será: 1) publicar en la columna derecha una selección de artículos que hablen sobre los sueños. 2) Clasificar los sueños en categorías, según los temas que traten. 3) Corregir la ortografía; sé que los sueños no tienen ortografía y que lo que hago es una intromisión, pero tengo una tara profesional de docente que me hace imposible publicar algo con errores ortográficos.

Así que demos comienzo a las donaciones de sueños. Pueden donarlos enviando sus sueños al correo adejungcol@gmail.com, y yo los transcribiré como Entrada al Blog.

Un saludo cordial,

Juan Carlos Alonso

Editor del Blog


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jueves, 13 de febrero de 2014

El accidente aéreo

País: Colombia

Sexo: Masculino

Sueño:

Vamos volando en un avión muy, muy alto. Estoy en un espacio relativamente amplío con mi hijo y mi hija, pequeños. Es de noche. Alguno de nosotros esta herido. Creo que soy yo. Pero no logro recordar en dónde es la herida, pero es como significativa. Tratamos de curarla moviendo una serie de varas y conexiones pero no lo logramos. Les advierto una y otra vez a mis hijos sobre el peligro de tocar los cables de alta tensión. Luego, en otro cuarto estamos escuchando que el avión está fallando. Es un ruido especial. Vemos que hay una posibilidad de repararlo y es bajando una palanca. Con gran tensión lo hago, pero vemos que el ruido continúa. Y sentimos que el avión se va a pique. Hay mucha confusión.  Me abrazo a mis hijos sabiendo que es muy posible que muramos todos. Les digo cosas. Vemos por las ventanas que el avión va rosando las puntas de los árboles en medio de la noche y que  ya se va a estrellar. Escucho el ruido del barrigazo. Cierro los ojos y siento el fuerte impacto. Y luego viene la felicidad de estar vivos los tres. Nos abrazamos y besamos. Nos falta mi esposa. Luego, es la salida del avión, pero somos ríos de gente. Nos  conducen por senderos, puertas y escaleras. Voy descalzo y camino por encima de la infinidad de vidrios que ha dejado el accidente. Nos llevan a camas comunales y somos atendidos por enfermeras que no dan abasto. Sigue siendo de noche. Es una escena como de hospital de guerra, con gente acostada en camastros, también llenos de vidrios por todo lado. Me preocupo por mantenernos cerca. Pasa una enfermera y le pido que me atienda, pero ella está en el límite de sus fuerzas y se desgonza para descansar. Está agotada. Pasa otra enfermera y ella sí me atiende, quitándome todos los vidrios que puede. Al final veo que termina con una especie de navaja de afeitar, pero lo que ella hace es despellejarse su torso, pero sin sangrar y sin dolor. De pronto veo a mi esposa y la alegría de verla es enorme. La abrazo y la beso. Se ha logrado encontrar a casi toda la gente. Pero faltan algunas personas, y yo trato de rehacer mentalmente un espacio en forma de cuna, para guiar la búsqueda de ellas.

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